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martes, 8 de mayo de 2012

La oscuridad también ilumina

Parecía como si el salón estuviera en medio de un valle a la luz de la luna, lejos de todo y lleno de mantas.
La vela hacía de estrella iluminada, pero de esas que brillan eternamente y que jamás verá nadie apagarse.
La brisa de la noche corría sutilmente trayendo consigo bocanadas de inspiración.
No habían relojes. Ni siquiera el intento fallido del teléfono conseguía despejar ese magnífico paisaje.
Era uno de esos momentos, de esas noches. Esos momentos que desde que asoman tímidamente por la puerta te hacen saber que hay un sitio reservado en primera fila, solamente uno y tenía que ser para mí, no podía ser de otra manera.
Enseguida salieron palabras espontáneas, llenas de ganas y de un poquito de nostalgia. Y así surgía, frase tras frase, el vínculo entre dos personas dispuestas a indagar, dentro de su inquietante ignorancia, una caja llena de enigmas. Pero no enigmas cualquiera, enigmas de esos que te hacen engancharte y darle vueltas y más vueltas al interrogante hasta que ya no sabes si el punto queda arriba o abajo.
Nos sumergimos en una caja negra, tan negra que incluso mostrando pinceladas de color disfrazadas, por ejemplo de rojo, seguía manteniendo esa eterna oscuridad. Pero no oscuridad de esa que carece de luz, si no de la que sí la tiene, pero bien lejos. Lejanía que quizá algún día alcancemos y podamos reunirnos de nuevo para sustituir esos interrogantes por comas, ponerle cara a esas formas disfrazadas de otros, ponerle orden al desorden y conocer, de algún modo, el secreto mejor guardado entre cisuras y circunvoluciones neuronales.
Podrá ser en un salón o en otro, con una vela, con dos o con ninguna, pero sea como sea y donde sea, con la misma persona.


1 comentario:

  1. Me encanta, me encanta...por supuesto, no importa donde, ni como, simplemente que seamos siempre nosotras, las mismas que una vez se encontraron para comenzar una aventura que no tiene fin =)

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